Soñaba con tus versos de miel sobre mis páginas escondidas, reconocía tus notas sobre mis cuerdas oxidadas. El sol invadía la oscuridad y reclamaba mi atención.
Entonces, olvidando el sueño, acaricié el cabello que languidecía en mi almohada...
Suben y bajan; el tiovivo mira desde su posición y calla, irremediablemente ha quedado solo. La música ha cesado y el silencio es dueño ahora de su interior. El viejo motor echa humo resentido, no puede más. Sus engranajes necesitan un aceite que le alivie, que imprima una marcha ya olvidada, un calor que sólo la humanidad puede devolverle.
La angustia ha llegado sin remedio en la noche; está triste, las personas van y vienen, acunadas en sonrisas falsas, vacías de amor y ternura. Todo es mentira, la vida es una gran mentira de sensaciones olvidadas, de miedos superados y de nostalgias asumidas. Ya nadie piensa en antiguas atracciones. Lo desconocido y llamativo penetra en nuestros sentidos sin dejar espacio para él, olvidado en un espacio de la feria.
Lo humano ha dejado de ser atractivo, ahora destacan las sensaciones fuertes; ya no miramos el lado tierno de la persona, atrae más su lado perspicaz.
Disfrutar de un paseo, de una puesta de sol o de una conversación callada, ha pasado a la historia.
Y entre todo esto has aparecido tú, con sonrisa abierta y mirada viva. Y el aceite ha vuelto en forma de sentimientos, de seguridad y cercanía. Las luces se han encendido y los engranajes chirrían queriendo volver a vivir.
Y el viejo tiovivo siente miedo por la seguridad que trasmites, por tu sabiduría y por tu resplandor. Gira y gira dolorido, ya no por los mecanismos, sino por tu cercanía. ¿Sabrás apreciar el lado mágico de una atracción triste que ha vuelto a la vida al sentir la tuya?
Sauló
Tens la mirada blavosa i tranquil-la
Com un mar radiant i encalmat.
Tens un esguard graciós que vacil-la:
Ensems, tímid, serè, enjogassat.
Al mig i dintre de cada pupil-la
Dorm un incendi d’amor que vigila
Esperant el moment de l’esclat.
Tens un mirar molt amic que afalaga
I et fa el món més bonic del que és,
Dolça mirada florida que amaga
Les espines cruels dels rosers.
Uns ulls molt grans on batega i traspua
L’esperança d’un cor benaurat,
Una animeta puríssima i nua
I un desig amorós sens pecat.
Una mirada on s’aboca la vida
Que palpita en ton cos noble i bell,
Una vida que ara veig reflectida
En la seda i la sang del clavell
Que avui em poses al trau eixerida,
En aquest teu jardí, a Sabadell.
Tens un esguard jovial que rutila
Com un mar radiant i encalmat.
I al mig i dintre de cada pupil-la
Tot un incendi adormit que vigila
Esperant el moment del combat.
Joan Oliver (Pere Quart)