lunes, 14 de julio de 2008

Pueblo blanco



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Hace ahora tres años visité por última vez el pueblo de mis padres. Una llamada me ha hecho recordar esa visita. Mi tía ha muerto, y con ella todo lo relacionado con aquel pueblo. Allí me quedan primos pero casi no tenemos relación, así que no creo que vuelva...

Hace tres años quise que mis hijas callejearan por ese pueblo; yo lo hice durante los veranos de mi infancia y allí fuí feliz a mi manera.
Aprovechando una boda en Sevilla nos fuímos a Granada para que ellas pudieran conocer lo que quedaba de mi familia.
Mi tita María era una mujer rara, distante, muy granaína. Siempre se quejaba de todo y, cuando pedíamos coca-cola para beber, nos decía que era agua sucia. Vestía de negro porque había perdido casi a todos sus seres queridos; la última vez que la ví estaba muy delgada y casi no se acordaba de mí. Aún así me trató como siempre, quejándose, pero ofreciendo lo que tenía en la casa. La recuerdo con su hablar tan típico de la tierra, pegándome la bulla porque dormía demasiado, porque no hacía la cama, porque me iba con los chicos a pasear...
Los veranos eran apacibles, se dormía la siesta, se paseaba, toda la diversión era ir hasta el final del camino y hablar. Cuando eran fiestas venía un grupo a tocar y los chavales disfrutábamos de lo lindo, sin horarios ni restricciones. Era otro mundo distinto al que tenía aquí.
Hoy ya no está, sólo me queda su recuerdo y algunas fotos que hice en la última visita, cuando salimos a pasear con mis hijas por el pueblo blanco.