sábado, 15 de noviembre de 2008

Marta





Marta es una niña con aspecto tímido, de pelo largo y mirada apagada; al hablar no mira a los ojos y, cuando lo hace, ves una expresión entre triste y pasota. Es alta, delgada y camina arrastrando los pies, como si el peso del mundo estuviera en su espalda. Marta es la nueva amiga de mi hija...
Sus padres están separados y no existe la más mínima comunicación entre ellos, así que la niña puede hacer lo que le venga en gana. Si quiere irse de fiesta sólo tiene que decir que está en casa de uno y no presentarse.

Hoy han quedado para dormir en su casa y, sobre las 9,30, se han presentado en la mía. La cara de ambas era un poema.
Por lo visto la madre de Marta, profesora de primaria, está depresiva. Al explicarle las niñas que dormían allí, que querían ver "Nemo" y cenar, la madre se ha puesto como un energúmeno y las ha echado de casa...
La pregunta de ambas era si las dejaba dormir juntas. ¿Cómo dejas a una niña de 14 años a esas horas en la calle sin saber si la "madre" la dejará entrar en casa? Pues venga, pa dentro y a preparar cena pa todos, eso sí, tooodas en la cocina.
Llamo al padre y tiene el teléfono desconectado, a fin de cuentas, se supone que la niña está con su madre.
La criatura flipa cuando le pego la bronca a las dos por sus desvaríos durante la semana, claro está, mi hija ríe y explica a su amiga que soy así de rara...
La cena ha pasado y los padres no han dado señales de vida; las niñas están en la habitación mirando series y hablando/riendo sin parar. ¡Menuda nochecita me espera!

Claro que, pensando en Marta, no se la cambio...