miércoles, 18 de febrero de 2009

En bandolera




Hace días que una amiga me pidió los grandes éxitos de Adamo. Sí, aunque parezca nostálgico, triste o lo que sea, a mí me gusta este cantante. ¿Por qué? Pues porque me recuerda a mi niñez, cuando a escondidas cogía el tocadiscos de mi hermano para escuchar canciones y soñar...

Y todo esto viene porque hay una que me trae de cabeza. Describe a la perfección un sentimiento que últimamente me invade sin remedio...
Cuando hay situaciones que te sacan de los nervios y necesitas desfogarte con algo, yo me dedico a escuchar música. Dependiendo del tema, lo hago de un autor o de otro.

El curso de administrativo al que voy por las mañanas me aburre, no puedo con tanto pasivo y activo; está claro que no es lo mio, pero tengo que terminar, más que nada por orgullo...(tremenda palabra).
Pues bien, me indigna el trato que la profesora tiene hacia nosotras, de prepotencia y suficiencia, como no queriendo dar todo lo que sabe, con miedo a perder autoridad; también el comportamiento de algunas compañeras, que susurran de las otras por no entender la lección y se dedican a lamer el .... de la profe. Supuestamente, todas somos mayores y maduras, ¡pos no!, el personal disfruta descalificando sin miramientos.

Por la tarde, el GES me reconcilia, como dice la canción, con el mundo. Aunque hay momentos en los que quisiera cargarme a según quién, me divierto y consigo despejarme.
El trimestre casi acaba, nos aprietan las tuercas y yo estoy perdida. Las notas son buenas, pero no consigo centrarme en las materias que más me gustan.
Y es allí, viendo la dedicación de las profes y el buen rollo de algun@s compañer@s, cuando consigo reconciliarme del todo con todo; entonces veo que la bondad humana no se acaba, que el personal nos regala su tiempo y su sabiduría sin pedir nada a cambio...