martes, 14 de octubre de 2008

La llamada normalidad...

Desde hace poco más de un mes trabajo en una cafetería céntrica de Mataró.
Todos sabemos que en estos lugares se reúnen las personas más variopintas, pero lo que yo no tenía tan claro era que las camareras teníamos que hacer de psicólogas, madres, enfermeras y médicos.
Por allí aparece cada día un cliente alucinante, Joan. Es una persona aparentemente normal, bien vestido, educado y, por lo visto, de buena familia. Trabaja de jefe administrativo en un lugar muy conocido y concurrido de la ciudad.
Pues bien, hace unos días apareció diciendo que se moría, que le quedaban dos meses de vida.
Esto en sí te deja ya alucinada, pero lo increíble viene cuando nos explicó que, al hacerse la revisión oftalmológica, le detectaron un aumento importante de dioptrías. Por lo visto le recomendaron una analítica y él, sin pensarlo mucho, se fue derechito a la farmacia. Sorpresa, tiene usted el azúcar pelín alta.
A partir de ahí todo se liaba... Joan pensó que el azúcar tenía algo que ver con la leucemia, que el cáncer corría por sus venas y que, en cuestión de semanas, moriría.
Tal cual escuchaba la explicación alucinaba un poco más, no sabía si reír o llorar.

En la cafetería le explicamos por activa y por pasiva que la leucemia es otra cosa, que no se iba a morir y que, en todo caso, debería hacerse una analítica completa.

Hoy ha vuelto, como cada día, con el resultado de la analítica. La sorpresa ha sido mayúscula cuando, al enseñarnos el brazo, nos explicaba que se le iba a infectar y que, en unos días, le tendrían que cortar el miembro.

Y yo que pensaba que era rara....