viernes, 30 de enero de 2009

Tan poquita cosa





Parece mentira que ya tenga 17 años...
Esa personita que ayer me miraba pidiendo permiso, me decía sí a todo y lloraba cuando la regañaba, se hace mayor.

Hoy, como cada viernes, he llegado a casa deseando un poco de tranquilidad; las clases han sido raras, el personal anda nervioso y eso se contagia.
Mis hijas suelen ir esta noche a casa de su tío; de esta manera, ellas se distraen y nosotros podemos hacer lo que nos venga en gana. Pues no, hoy me esperaba una sorpresa al llegar: la soledad y el relajo tendrán que esperar.
Y mi niña se levanta, pide la palabra y nos dice que tiene que anunciar algo, a mí me tiemblan las piernas...
¡Ha sacado un 10 en el treball de recerca!
Su cara de satisfacción, ver que su trabajo ha dado resultado y que ha conseguido lo que quería, me llena de orgullo.
A pesar de mis quejas, de mis miedos y angustias por su futuro , estoy muy orgullosa de mis hijas; a menudo hacen que mi parte negativa salga, que grite y me desespere, pues no puedo superar el miedo que me da no poder responder a sus expectativas.
En fin... ese es otro cantar.

Por costumbre, hago balance del día al caer la noche; cuando todos duermen, me quedo delante del ordenador con música tranquila, repaso lo bueno y malo, lo que puedo mejorar y lo que no tiene remedio. Hoy el día ha sido gratificante: el trabajo de mi mayor ha sido reconocido y mi peque me ha entregado un examen aprobado...( ¡con buena nota!); en clase me lo he pasado bien, he podido disfrutar de la alegría de otros al ver un trabajo bien hecho, de sonrisas cómplices, de buen rollo y, por si esto fuera poco, la sita de castellano nos ha felicitado :-) ¿Qué más se puede pedir?

Es final de mes, los sueldos están congelados, la paga de Navidad todavía no ha llegado y la crisis amenaza, cada día más, el sector en el que nos movemos pero...








miércoles, 21 de enero de 2009

El tazón de madera



Cuando mi madre enfermó, en casa nos hicimos el propósito de no dejarla sola, de estar allí sufriendo con ella, olvidando a su par para poder mirar hacia el futuro. Cuando dejó de utilizar utensilios básicos, de asearse y de ser la mujer pulida que siempre había sido, mi hermana y yo nos armamos de paciencia y adecuamos todo para que no sufriera más de lo necesario.
Tarea dura, pero a la vez reconfortante y llena de enseñanzas.
Ayer hablaba con mi hermana sobre su suegra, que ha llegado a un estado en el cual no puede hacer la compra, limpiar o, simplemente, pasear sola; pensando en todo esto me ha venido a la memoria un escrito que encontré en Internet y que, en su día, pasé a mis hermanos...

EL TAZÓN DE MADERA

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil.
Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente".

"Derrama la leche hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor.

Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: "¿Que estás haciendo?" Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."

Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupo un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse mas, cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste sentir.


martes, 6 de enero de 2009

La noche mágica




La noche de Reyes siempre ha sido mágica para mí, me transporta a mi casa, con mis hermanas; con los ojos medio cerrados por el sueño, salíamos al comedor a ver los regalos que habían dejado, mientras mi madre se hacía la dormida. Recuerdo una noche en la que fuimos a mirar y acabamos montando en bicicleta por todo el pasillo, aisss.

Esta noche mágica ha llegado a mi casa con la misma intensidad pero con diferentes protagonistas. Parece mentira que mis hijas todavía se pongan nerviosas, pero es así. Esperan los regalos aún sabiendo, en la mayoría de los casos, lo que habrá para ellas...

A estas horas intentan tranquilizarse en la habitación de la mayor pues, en Navidad, duermen juntas para poder hablar de sus cosas...
Como cada año, nosotros preparamos los regalos, esperamos hasta la saciedad el silencio y, la mayoría de las veces, nos quedamos dormidos en el sofá hasta entrada la madrugada.

Los Reyes esperan aparcados en el balcón para entregar su mercancía...

Feliz día de Reyes!!







lunes, 5 de enero de 2009

A quien corresponda




LA TEVA MIRADA


Tens la mirada blavosa i tranquil-la

Com un mar radiant i encalmat.

Tens un esguard graciós que vacil-la:

Ensems, tímid, serè, enjogassat.

Al mig i dintre de cada pupil-la

Dorm un incendi d’amor que vigila

Esperant el moment de l’esclat.


Tens un mirar molt amic que afalaga

I et fa el món més bonic del que és,

Dolça mirada florida que amaga

Les espines cruels dels rosers.


Uns ulls molt grans on batega i traspua

L’esperança d’un cor benaurat,

Una animeta puríssima i nua

I un desig amorós sens pecat.


Una mirada on s’aboca la vida

Que palpita en ton cos noble i bell,

Una vida que ara veig reflectida

En la seda i la sang del clavell

Que avui em poses al trau eixerida,

En aquest teu jardí, a Sabadell.



Tens un esguard jovial que rutila

Com un mar radiant i encalmat.

I al mig i dintre de cada pupil-la

Tot un incendi adormit que vigila

Esperant el moment del combat.


Joan Oliver (Pere Quart)




jueves, 1 de enero de 2009

Cerrado por vacaciones...









Seguro que todos hemos oído alguna vez aquello de "Me trata bien", "No es perfecto pero...", "Yo estaba enamorada de otro, pero él insistió tanto...".
La mujer florero no es una canción o una milonga, es una realidad; y no es necesario que ande en bata, con los rulos o cuidando a los niños, las hay con ocupaciones varias y que sirven a los maridos a jornada partida.

¿Dónde han ido a parar el amor, las miradas cómplices, el deseo o, simplemente, la aventura?
La seguridad emocional y económica ha pasado a ser una prioridad. En estos meses he conocido a mujeres que decían haber vivido grandes aventuras en su juventud y ahora sólo querían estabilidad y seguridad, un hombre para hacer de padre y encontrar en casa a la vuelta del trabajo. A tomar por saco el amor y la aventura, el deseo de ver a esa persona día a día, de buscarla por los rincones y besarla sin más, sólo por gusto.

El lunes regresan al trabajo sin ilusión, después de un fin de semana aburrido y con tareas desagradecidas. Vuelven a su vida laboral soñando con una aventura, buscando esa complicidad que en casa ya no encuentran o que, en algunos casos, nunca han tenido.
La libertad tiene horario de oficina...